Se ha dicho que la esperanza es lo último que se pierde. También que si hay reflexión hay esperanza. Pero hoy día parece que lo inmediato, lo urgente, se impone por doquier. Y es que al final poco espacio queda para el pensar meditado. Sin embargo existe la opción de resistirse y procurar hacer de la reflexión una sana costumbre, para evitar así la entrega con facilidad a toda suerte de vientos. En el caso del cristianismo a la esperanza se la llama 'ancla para el alma.'